lunes, 29 de noviembre de 2010

MI MARISOL















¡Coño, Marisol! ¡Eso no se hace! ¿Cómo nos dejas así? Sin darnos tiempo a nada, sin avisar, sin prepararnos. ¡Que me habías prometido enseñarme el agua más azul que pudiera imaginar en las Seychelles! Y ahora vamos a tener que ir con tus cenizas, y eso no es lo mismo, ni es justo, ni nos lo merecemos. ¡Si hubieras visto hoy la iglesia! Seguro que la has visto. Con gente de toda edad y condición con una sola cosa en común: tú. Cuando has entrado con todos los primos te he imaginado diciendo: ¡Pijo, es que tenía que morirme pa' que me lleven ocho macizos!
Porque así eras tú. Cargando mucho más de lo que ninguno de nosotros podríamos cargar, y siempre con una sonrisa y tirando del carro. Y yo quejándome de una mierda de dolor de espalda, y tú en vísperas de una operación de mierda. ¡Cojones Marisol! ¿Por qué te has tenido que operar? No me contestes, ya lo sé, porque eres la más Mazuecos de los Mazuecos, y si se te pone algo en los ovarios se hace, y punto. Pero nos has dejado muy solos y con muy poco consuelo. He llorado un mar, y lloraré más mares, pero siempre sonriendo, porque cuando pienso en ti siempre sonrío y me acuerdo de las cenas de primas, de tus chistes ("Se encuentra una cigüeña a otra que lleva un tío de 40 años en el pico y le dice: -¡Tía, reconoce que te has perdío!"), de nuestras peleas por el título de Miss Águilas...
No sé dónde estarás, me imagino que en las Seychelles, porque se supone que cada uno crea su propio paraíso, pero sé que el sábado fue el primer día de tu vida en el que no te dolió nada y a nosotros nos dolió el alma entera.
Te quiero prima... y no soy la única.

lunes, 15 de noviembre de 2010

LIEBER HERR RATZINGER,














Ha venido usted a mi casa, de visita, en calidad de pastor de rebaño, y se ha dedicado a decir lindezas del primer al último minuto. Dé usted gracias a su Dios de que nuestros políticos están demasiado ocupados, no sabemos muy bien en qué, y no han llegado al centro de la cuestión. Y la cuestión es que si este país es laico, no entiendo por qué subvencionamos su rebaño y no otros que lo pueden merecer igual, o ninguno, y que cada palo aguante su vela.
Si se dirigiera sólo a sus ovejas, sería estupendo, aunque creo que debería vigilarlas más de cerca porque tiene muchas descarriadas. Porque, cuando usted habla de no robar, ¿a qué se refiere exactamente? ¿incluye lo de pagar sueldos míseros para que los trabajadores vuelvan a ser esclavos? ¿o lo de llevarse la pasta a paraísos fiscales para no pagar impuestos? ¿y lo de inflar las facturas que pagan sus visitas a nuestro país? Usted y su rebaño tienen un montón de problemas psicológicos, porque establecer unas normas que se saltan según cómo, no es nada fácil, sobre todo si tienes que acallar conciencias. ¿No era que ustedes se casan hasta que la muerte les separe? ¿Cómo explica entonces las anulaciones eclesiástica previo pago de su importe? Si un solo matrimonio eclesiástico se anula con sus bendiciones, esa norma la han mandado ustedes mismos al carajo sin miramientos y se abre la veda. Aquí, o follamos todos o se tira la puta al río. ¡Uy, perdón, qué boquita! Pero ya que estamos en faena: ¿Qué problema tienen con el sexo? ¿No se da cuenta de las perturbaciones que causa la abstinencia en su rebaño? Que no había usted todavía aterrizado en Roma, cuando encontraron un nuevo arsenal pornográfico en otra sacristía. ¿No sería más sano que sus pequeños pastores pudieran tener relaciones normales, monógamas si se pone usted tan quisquilloso, y buenas familias? ¡y no tanto "sobrino" de cura desubicado! Que a ver si salen ya todos de una vez del confesionario y simplemente reconocen lo que en todos los pueblos de España no es más que un secreto a voces.
Y ahora pasemos a mi tema favorito: el papel de la mujer en el universo. Es usted tan de nuestro tiempo que ahora nos manda a fregar, pero después del trabajo. ¡No me joda, santo pastor, con la que está cayendo! Si sus monjas están encantadas con fregar altares y coserles las sotanas, me parece fenomenal, pero a la sociedad civil, si es usted tan amable, me la deja en paz. Porque si sigue diciendo las tonterías que dice en voz alta, se van a cumplir sus propias profecías y lo de "los años treinta" va a parecer un juego de niños comparado con la que se le puede venir encima.
Bueno, pues nada, espero que le vaya muy bien, y que se sienta realizado, porque he leído en algún sitio que cuando usted era niño y le preguntaban ¿qué quieres ser de mayor, klein Joseph?, decía: Papa. Sí, no papá, "Papa". ¿A qué niño normal se le ocurre semejante profesión? Se me quedan tantas cosas en el tintero, ¿qué hacía usted mientras los nazis asolaban su país? ¿qué pasó exactamente con la muerte de Juan Pablo I? ¿es cierto que el Banco Ambrosiano era socio accionista de una fábrica de preservativos? ¿los Papas no se jubilan aunque pierdan la cabeza? ¿lleva pantalones debajo del vestido de Papa?
Una última cosa, a ver si se le ocurre algún otro sitio que visitar el próximo verano y no viene a darnos la lata a Madrid también, porque si me tengo que tragar otro especial, y debates a todas horas sobre si el Presidente del Gobierno (que tiene carta aparte) tiene que ir a misa o no, me suicido en grupo yo sola, por muy pecado mortal que sea.
Hale, Herr Ratzinger, tanta gloria lleve como descanso deja.

martes, 9 de noviembre de 2010

THE F*CK*NG BED



















Yo tenía una cama estupenda. La compré hace tiempo. Colchón de látex cuando aún no estaban tan de moda, somier pareado, para que cada palo aguante su vela... y me encantaba. Tanto es así que he decidido renovar el colchón y comprarme otro igual. Bueno igual no, porque el otro en realidad eran dos unidos por una cremallera, y ahora he comprado uno de 1,60 que pesa exactamente 56 kilos y medio. Lo sé porque lo pone en la etiqueta de Ikea. Quedé con Rebeca, que es de las pocas personas con las que debes quedar para estas cosas, porque todo le parece fácil. "Me llevo la furgoneta pequeña, que nos sobra". ¿Nos sobra? Después de hacer el panoli en la recogida de pedidos (vamos a saltarnos esta parte, sólo diré que nos invitaron a un perrito) vino el momento grandioso de la jornada (uno de ellos): cargar la furgoneta. Cuando salimos a la calle hacía un viento que me llevaba hasta a mí. El colchón (160 x 200) iba en vertical cuan vela de velero bergantín, y como tal se comportaba haciéndonos derivar a estribor y colisionar con los coches aparcados. Llegadas a la trasera de la furgoneta abrimos las puertas, miramos el paquete, comparamos el tamaño y Rebeca dice: "Sí hombre, si cabe, empujamos un poquito y ya está". Hasta ése momento no habíamos intentado levantar el bulto, porque te lo sacan en un carrito y te parece estupendo llevarlo (salvo por el viento). Nos agachamos. ¡Su puta madre! "Tía esto pesa un güevo". Primer ataque de risa. Levantamos un extremo, lo subimos a la altura de la furgoneta "y ahora empuja". "Rebeca, esto no cabe" "Que sí, ya verás como sí" "¡Ni de coña!" "Bueno vamos a quitarle el embalaje, que así se puede doblar". Se puede doblar, pero el efecto es como si un inmenso gordo se desplomase al perder el sentido y tuvieras que meterlo en un taxi una noche de pedo gigante. Imposible. Cuando estábamos al borde del desmayo entre las risas y el esfuerzo, pasa un ciudadano africano en una furgoneta bien grande y nos hace señas "¿Os ayudo?" Y decimos que sí, por supuesto. "Este nos pide pasta" "Me la pela" Nos ayuda y no nos pide nada. Todavía queda gente simplemente amable. Una vez metido el colchón a presión queda la cama. Sí, porque he decido poner una cama. 14 años con un estupendo somier, que me ha dado bastantes alegrías, y decido poner una cama. Que no tendría por qué ser ningún problema, pero lo es. Cama de acero, con viga central de acero también. Hay que invertir las patas para que ahora cuelguen, en lugar de apoyarse... total que tengo una muñeca vendada (y no hacen más que salir jjjjjj y wwww durante todo el texto), pero hoy ya puedo dormir tranquila con el somier atornillado a la estructura. Que ayer dormimos mi hija y yo con él sobrepuesto y no pegué ojo en toda la noche pensando que cada vez que me movía me caía al suelo.
Ya puede venir Superman a echarme un polvo intergaláctico, porque si no, vaya negocio.