jueves, 30 de septiembre de 2010

EL DÍA DESPUÉS












Al final fui. Soy así de sentimental. Me comí el enorme cabreo que tengo con CC.OO. y UGT, que en mi empresa, en concreto, han dejado muy claro que están al lado del capital y se pasan por el forro de los cojones la opinión de los trabajadores, porque ellos saben mejor que nosotros mismos lo que queremos, y fui. Es un poco como le pasa al gobierno con la reforma. En realidad están haciendo lo mejor para nosotros, lo que pasa es que nosotros somos unos ignorantes y no sabemos interpretar las señales. Simplificar el proceso del despido, no va a hacer más que aumentar el empleo, porque como los empresarios podrán ponerte de patitas en la calle, por ejemplo, porque no les guste la forma en que das los buenos días, se pondrán a contratar como locos a un montón de gente, y ya no tendremos que trabajar más que las horas reglamentarias, porque el trabajo estará repartido equitativamente.
Así que ahora no sé muy bien si me he gastado una pasta para algo o no. Porque unos dicen que ha sido un éxito, y otros un desastre. No sé bien qué representa el 70%, pero desde la más absoluta ignorancia, creo que es mucho, es mucho más de la mitad, nunca ningún partido político ha conseguido ése porcentaje de votos. Pero parece ser que no, que no es suficiente, que no hemos demostrado que queremos que la solución a la crisis caiga también sobre algún otro estamento y no el de siempre.
Fíjate qué contrasentido, hace nada han inaugurado la "Milla de Oro" en Madrid sin recato alguno. Y subvencionada por el Ayuntamiento. Estamos hablando de recortar sueldos de mierda, y a la vez hacemos una fiesta en una calle en la que no puedes encontrar un par de zapatos por menos de 200 euros. Me estoy haciendo mayor o tonta. O las dos cosas.
El lado bueno del asunto es que ya no nos tenemos que preocupar por el nuevo Convenio Colectivo, porque da igual lo que firmes, la nueva Ley de Reforma Laboral está por encima del bien y del mal y de los Convenios, así que, un problema menos. Ahora me puedo echar a dormir tranquilamente, como hace la gente que cree que lo único que debemos hacer es trabajar y dejarnos de líos.
Una cosita de última hora. Creo que los parlamentarios no hicieron huelga (estuvieron todos bien prontito en el hemiciclo para las fotos de primera hora, y creo que se empezó a vaciar como a las 11, vamos, una jornada de lo más habitual). Claro, que si yo tuviera un Convenio como el suyo, tampoco haría huelga, porque el salario supera con mucho el mínimo interprofesional, sólo tienen que cotizar 4 años para tener una pensión vitalicia, y el control horario, creo que tampoco es muy estricto.
En resumen, he sacado dos conclusiones:
1. El sindicalismo como lo conocemos, ha muerto, o debe morir. Necesitamos sindicatos gremiales, que procuren que los trabajadores ocupen sus puestos en las mejores condiciones posibles y reciban un salario justo a cambio, independientemente de qué partido ocupe el gobierno en ese momento, y
2. No podemos dedicarnos a votar cada cuatro años y quedarnos en casa tan panchos hasta que nuestros "empleados" hagan lo que quieran legislando en contra de programas que han firmado.

Yo también soy de los que dicen: "Estos mamones de los sindicatos, van a lo suyo", pero no dejo de reconocer que es gente que ocupa parte de su tiempo en reuniones que son un auténtico coñazo, y que todos podemos ofrecernos voluntarios para ayudar en temas puntuales, y no lo hacemos. Así que... o movemos el culo por nosotros mismos o dejamos de quejarnos, relajamos esfínteres y que sea lo que Dios (en caso de que exista) quiera.

lunes, 27 de septiembre de 2010

HUELGA GENERAL... ¿VOY?















Hoy es 27, la Huelga General es el 29, y os aseguro que no sé qué voy a hacer. Para mí sería la tercera del año, y llegados a este punto tengo tal cabreo porque me tomen por gilipollas, que no sé si salir a la calle a quemar contenedores (que por otra parte, es algo que la población debería llevar haciendo varios meses); ir a trabajar sólo por joder a los sindicatos mayoritarios; hacer huelga, pero quedarme en casa haciendo limpieza general; invadir el correo electrónico de Moncloa con mensajes incendiarios... En fin.
No me entendáis mal, no es que no haya razones para una Huelga General, las hay. Pero las hay hace mucho. Que los principales sindicatos sean hermanos de leche de partidos políticos, para los trabajadores es un putadón de órdago. No es que les vaya a presuponer la mala intención, vamos a ser buenos, pero, en el mejor de los casos, son como las madrazas con sus hijos revoltosos, que mientras no ocurre nada muy grave disculpan sus pequeñas trastadas. Hasta que un día, jugando, jugando, le prenden fuego a la alfombra del salón, y ¡hasta aquí hemos llegado, Pepito!. A ver, señora, usted debió darle un buen mamporro a Pepito cuando le tiró de las trenzas a la vecinita del cuarto, o cuando tiró porquerías a la ropa tendida de la ventana de abajo. Vamos, que se veía venir de lejos. ¿Por qué ahora? ¿Por qué programada con tantísimo tiempo, cuando la gente está desanimada, harta, a punto de tirar la toalla? ¿Por qué el Gobierno dice que entiende la Huelga aunque no puede hacer otra cosa más que tomar estas medidas, tan alejadas de sus principios? ¿UGT y CC.OOO. quieren realmente que vayamos a la Huelga, o es su obligación convocarla? ¿Por qué están tan contentos en la CEOE con el Real Decreto? ¿Cómo es posible que presida la CEOE una persona que ha conseguido llevar a la quiebra a una empresa como MARSANS, fundada en 1910?... ¡Uy, me estoy desviando!
El Decretazo del Gobierno se ha cagado en cientos de años de sindicalismo. En resumen, hemos llegado al punto de partida. Estamos a un paso de tener que ir cada día a las puertas de las empresas a ver si hay suerte y podemos trabajar aunque sea una jornada al precio que ellos digan, porque habrá dos mil desheredados más, con familias hambrientas en sus casas, dispuestos a trabajar por cantidades insultantes. Después de tantas huelgas, de tantos represaliados, de tantos presos políticos por ser sindicalistas, de tanta penuria... Después de tanto sacrificio, bajo el mandato del Partido Socialista OBRERO Español, volvemos a la esclavitud, al despido subvencionado, al empleo precario. Y, a todo esto, ¿qué ha pasado con el dinero público que se llevaron personas juzgadas y condenadas por ello? Perdonad mi ignorancia, pero ¿se ha recuperado ése dinero, o les ha esperado plácidamente criando en paraísos fiscales?
Hay mil razones para hacer Huelga General, pero no sé si son las mismas que lleva cada uno de los dirigentes sindicales en lo más íntimo de su pensamiento.
En resumen, todavía no sé qué voy a hacer. Quizá mañana...

sábado, 25 de septiembre de 2010

NO SIN MI HIJA














Hace diez años estaba yo terminando mi embarazo. Salía de cuentas el 24 de septiembre. Era domingo. El viernes anterior el ginecólogo me dijo que seguramente pariría el fin de semana. Yo pregunté: "¿Seguro?". "Después de la revisión de hoy, seguro". Y para asegurarse me metió el brazo hasta el codo.
Pues ni con esas. El lunes a las 9 de la mañana estaba yo con mi bolsito de parto preparadísima en el hospital. La enfermera que me atendió me dijo que el doctor aún no había llegado, así que me desnudé y me metí en la cama. "De aquí no salgo con la niña dentro". Y así fue. Mi ginecólogo tenía consulta a las 16:00 y la niña nació a menos cuarto. ¿Coincidencia? No lo creo.
Pero todo fue bastante bien. No sé cómo hay gente que quiere tener un parto natural, con lo estupendo que es parir drogada. Cuando el doctor me estaba cosiendo, me dí cuenta de que me había hecho una episiotomía del tamaño del Ebro. "¡Me has cortado hasta el culo!" "¡Qué exagerada eres!" Las dos monjitas que le asistían se tapaban la boca para reírse, aunque supongo que estarían acostumbradas a oír burradas de todo tipo. "¡Cuando vaya al baño me voy a acordar de ti!"
Dos días después me mandó a casa. "Te puedes ir, pero te llevas este laxante y te lo tomas en cuanto llegues" "No hace falta, no pienso volver a hacer caca jamás" Se reía bastante conmigo, pero seguro que se quedó bien a gusto cuando se libró de mí. Y de ese tema no voy a hablar más, porque es bastante escatológico. Sólo diré que es la única vez que lloré a lágrima viva en todo el proceso.
Y hoy es el primer 25 de septiembre que no paso con mi hija, pero he pensado, que igual a su padre también le apetecía pasar alguno con ella. Porque ya se me han agotado un poco las ideas de fiestas de cumpleaños: gymkana en el parque, fiesta en piscina, parques de bolas, cine y pizza, pizza sola, hamburguesas.... Eso sí, he aprovechado el día para prepararle una sorpresa con ayuda de unos amigos, que amablemente me han donado su tarde de sábado para instalarle una tele en su cuarto, que no sé si es una buena idea, pero es que, como madre, soy bastante blanda.
¡Felicidades cariño, mañana lo celebramos tú y yo!

martes, 21 de septiembre de 2010

OLOR A NIÑO FRITO
















En los colegios huele a niño frito. Lo sé porque ese aroma permanece en las clases cuando vas a alguna reunión de padres. Y es extraño, porque el recuerdo que tengo yo en mi mente subjetiva del olor del cole es a viruta de lápiz y goma de borrar. Debe ser que mi propio olor no se ha grabado.
Tampoco tengo en la memoria el ruido insoportable que hacíamos todos (si ahora grito como grito, no puedo ni imaginarme mi voz aguda). Cuando estás ahí sentadita, en la sillita bajita de tu hijo, escuchando al profesor desde una postura de clarísima desventaja, te dan ganas de poner la mano para que te dé un reglazo... ¡uy, calla, que ya no dan reglazos!, y no puedes evitar que te perturben los gritos continuos de los niños que esperan en el pasillo, agrandados por esa estupenda rever que tienen los pasillos de colegio. Pero los profesores siguen hablando como si no pasase nada, como si eso fuera el viento o cualquier otra fuerza de la naturaleza. Y en ése momento, te das cuenta de que esas personas aguantan a 25 como tu hijo (gracias, Sra. Aguirre) y que, sin saber cuánto cobran, no están bien pagados, porque yo me imagino pasar una mañana tras otra con 25 como la mía, y me suicido en grupo yo sola.
Ayer tuve que pasar 2 horas haciendo cola, con perdón, para apuntar a mi miniyo a las actividades extraescolares, ese reducto de paz que nos permite a las familias monoparentales llegar a veces a recoger a nuestros hijos, y salí con dolor de cabeza más que de pies. Niños sudados, rojos, al borde del colapso, entraban y salían del patio al APA sin parar... ¡madre mía, te cansas sólo de verles!
Pero los viernes, que salen todos a la vez porque no hay actividades, cuando entras al patio lleno a reventar, parece que estás en un anuncio de United Colors of Benetton, y los gritos y las risas son como de fin de semana, y no puedes evitar sonreír y dejarte transportar a ése tiempo tan tan lejano en el que tu único problema era que tu madre te había vuelto a poner mortadela en el bocadillo.

jueves, 16 de septiembre de 2010

A 30














Parece ser que la Unión Europea no tiene mejores cosas que hacer que reducir el límite de velocidad en las ciudades a 30 km/h. Yo creo que deberían obligar a la gente a ir andando por Ley. Ahora mismo el límite es 50, yo suelo ir a 55 porque me resulta muy difícil mantenerme a 50 sin ordenador de abordo, y aún así, me pasa todo el mundo. A 50 km/h en un coche normalito como es mi Leoncito tienes la sensación de ir parado, no me quiero imaginar lo que siente alguien en un Porsche, después de haberse gastado una pasta gansa. ¿Cómo demonios nos las vamos a arreglar para ir a 30? Se supone que esto nos va a incitar a ir en bici... ¡Bien! Primero, tienes que tener una buenísima capacidad pulmonar para subir cuestas tragándote la porquería que sueltan los autobuses (que para combatir la polución, igual los Ayuntamientos podrían plantearse unas inspecciones técnicas serias de sus propios vehículos), luego debes poseer cierto sentido del equilibrio. Yo, por ejemplo, no monto en bici desde el pleistoceno, porque ya de pequeña se me daba fatal. Me daba miedo frenar y cuando veía un obstáculo en mi camino gritaba y gritaba cerrando los ojos hasta estampanarme en el árbol de turno.
Supongamos que nos ponemos todos en forma y conseguimos llegar en bici a nuestros puestos de trabajo. La sudada no nos la quita nadie, y , entonces, ¿qué hacemos? ¿Ponemos duchas obligatorias en todas las empresas, y taquillas para guardar la ropa? ¿O apestamos el ambiente en grupo? No quiero ni imaginarme el olor de algunos de mis compañeros si ya huelen como huelen viniendo en coche. ¿Seguro que el pésimo olor corporal no es igual de tóxico que el CO2 que expelen nuestros coches?
En fin, que en ciudades como Amsterdam, tan planitas y civilizadas igual pueden convencer a esa gente que va siempre fumada a ir en bici, porque las galletas en bici son menos peligrosas. Pero tal y como es Madrid, por ejemplo, llena de cuestas, cacas de perro, calles con empedrado y chorizos con y sin traje, cualquiera se atreve.
Igual deberían plantearse controlar el sistema financiero y procurar que no se vaya al carajo el estado de bienestar (o así) que es por el momento en el único en el que estamos preparados para vivir, y luego, si eso, hablamos de lo de la movilidad en las ciudades. ¿O no?

sábado, 11 de septiembre de 2010

SI LOPE LEVANTASE LA CABEZA...


Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso.

Huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor; quien lo probó, lo sabe.

¿Es que es imposible que alguien pueda decir estos maravillosos versos sin una patata en la boca? Me parece muy bien que un director brasileño se atreva con Lope, ¿pero no puede haber alguien a su lado que esté pendiente de que el Brat Pack vocalice? ¡Por el amor de Dios! Menos mal que existen los actores de reparto y siempre nos quedarán Juan Diego, Antonio Dechent, o el maravilloso Luis Tosar, que, además de estar como un queso de bola, "dice" sus papeles de verdad.
¿Es necesario que aparezca Leonor Watling en todas las películas de época, sólo porque le sienta maravillosamente el corpiño? Espero que nunca se ponga bótox, porque entonces nos será dificilísimo saber si está viva o muerta. La Watling tiene tres expresiones básica con las que nos muestra todo su universo: 1. Estoy asustadísima y te miro intensamente haciendo vibrar ligeramente mis párpados. 2. Te estoy desafiando y, además de hacer vibrar ligeramente mis párpados, levanto levemente mi labio superior. y 3. Estoy supercaliente y, además de hacer vibrar ligeramente mis párpados, abro desmesuradamente la boca como no sabiendo muy bien qué pasa.
En fin, que, como no era suficiente con ella, además, añaden una tonadilla del mohíno de su novio que se atreve a musicar a Lope. ¡Bendito sea Dios! (como diría mi pobre abuela, que en paz descanse). Menos mal que alguien ha tenido un poco de cordura y ha relegado la canción a los créditos. A ver, que lo de cruzar el río no va a pasar todos los años, no creo que sea una candidata fuerte a la nominación a mejor canción, pero cualquiera sabe, el mundo del cine es bastante absurdo.
Total, que es una pena haberse gastado 16 millones de dólares, sobre todo, porque creo que se está pegando un megabatacazo en taquilla. Pero es que es un sí es/no es. Se promociona como una película de aventuras, pero luego se queda en nada. Una pequeña pelea de espadas en un recibidor de dos por dos, otra encima de un escenario, un mini incendio.... Eso sí, las escenas de sexo de Pilar Ayala con Amman te dan ganas de salir corriendo, buscar a tu follamigo favorito y echarle el polvo del mes.

jueves, 9 de septiembre de 2010

SUEÑOS














Estoy sentada en un patio de butacas de una especie de cine, no muy grande, antiguo, asientos tapizados en rojo. Suena música, hay mucho ruido, parece un show. Mi acompañante me habla: "Now watch out, don't worry, the wall will explode, but everything is under control!" Me giro hacia él, es Hugh Jackman, me coge la mano y yo flipo en colores. El muro estalla hacia nosotros, pero todo está bajo control. Le hablo: "Are you nervous?" Lleva mi mano hacia su pecho para que note los latidos de su corazón, pero el corazón que casi se sale de la caja torácica es el mío. Está extrañamente huesudo, le hacía mucho más musculoso, algo me extraña. En ése mismo instante suena un leve pitido, ¡que no sea el despertador! ¡que no sea el despertador!, ¡mierda, es el despertador! Hoy no tenía que levantarme tan pronto.
Un momento antes de oír el despertador fui consciente del sueño, algo que no cuadraba me había sacado sólo un poco... ¡era esto! ¡esto era lo de Nolan, lo de Origen, la patada! Y fue uno de esos momentos en los que ves la luz, pero te jode un montón, porque estás medio consciente, y sabes que si hubieras seguido soñando la noche habría ido a mejor, y aprietas fuerte los ojos, pero ya no hay vuelta atrás, te has despertado aunque te parezca que no.
Igual debería volver a ver Origen.

lunes, 6 de septiembre de 2010

DESAMUERZO















Según la Wikipedia (única fuente de conocimiento para el noventa por ciento de los adolescentes): "El brunch consiste en una comida realizada por la mañana entre el desayuno y el almuerzo. Por su contenido se suele definir como una combinación entre desayuno (breakfast) y almuerzo (lunch)".
¡Pues muy bien! ¡Llamémosle Desamuerzo o Almayuno! En realidad el Brunch se parece muchísimo a nuestro aperitivo, ése para el que quedas como a las 12, iban a ser unas cañas y se convierte en 25 vermuts con tapas que sustituye a desayuno, comida y, a veces, incluso cena. Pero como un poco más pijo, porque incluye algo de dulce (bollitos, croissants, palmeritas...), yogures, fruta, frutos secos... en fin, algo bastante ambigüo. Yo prefiero el brunch salado. No es que haya asistido a muchos en mi vida, pero suelo tomar salado. Incluso en uno que tomé en Alemania, para el que habían quedado ¡a las diez y media de la mañana! ¡Tócate los pies! ¿A qué hora quedan para desayunar, a las 5? Incluso allí, tomé salmón.
No sé por qué el salmón es muy popular en los brunch.
El otro día me llevaron a un sitio chulísmo para un brunch dominguero, y el plato principal era salmón. Nosotras nos inclinamos por las hamburguesas. Pero no una hamburguesa cualquiera. Yo tomé "Hamburguesa Japonesa" (es un título cojonudo para una canción), llevaba carne de buey, salsa teriyaki y wasabi. Por supuesto, me hice un maravilloso estampado con la salsa teriyaki en mi pecho derecho nada más empezar. Y, ahora mismo, sólo de acordarme, estoy salivando como un perro de caza. Pero los fuegos artificiales llegaron con el postre, ése que no debimos tomar porque ya no teníamos hambre, pero al que no nos pudimos resistir. Yo es que es ver "dulce de leche" escrito en cualquier parte y babeo. Así que cuando pedimos "milhojas de dulce de leche" me esperaba algo "impresionante" pero no "espectacular". Tanto es así, que reproduje la escena del orgasmo fingido de Sally, pero sin fingir. ¡Ma-dre-mí-a! De hecho, las chicas de la mesa de al lado siguieron con el guión y nos preguntaron qué era aquéllo, para pedirlo también. Y no puedo seguir, porque me estoy poniendo mala.

domingo, 5 de septiembre de 2010

SOBRESALTO

















Ella despierta. "¡Dios! ¡Mi cabeza!... Bien, es mi habitación. Hoy no me muevo de aquí en todo el día, no puedo, no puedo, no puedo..." Da media vuelta en la cama. "¡Joder! ¿Quién es este tío? ¿Cómo ha llegado aquí? ¿Cómo he llegado yo? ¿Cómo he abierto la puerta? ¡Madre mía! No me suena de nada. ¿Quién es? ¿Qué ha pasado? Espero que no sea de los que preguntan qué tal... ¡Qué olor a tabaco! ¡Qué asco! ¡Dios! Quiero que desaparezca. ¿Cómo le echo? Está dormido como un cesto... No es feo, no es nada feo. Si pudiera acordarme de algo, algo, algo... Cuántas veces... Cómo... Bien, lo primero es que se vaya. Voy a moverme a ver si se despierta... Nada. Habrá bebido tanto como yo. Lo sabía, sobró el último mojito. ¿Por qué se empeñan en que beba mojitos? A mí me gusta la cerveza. Yo estaba estupenda con mis cervezas... Es como un leño, ¡madre mía! Voy a poner el despertador, a ver si así..." Bip, bip, bip... "Hola, ¿cómo estás?" Intenta darle un beso. "¡Uy, no! recién levantada tengo un aliento horrible" "No seas tonta, no me importa" "Pero a mí sí. Perdona que te diga esto, pero tienes que irte. Puse el despertador porque viene mi madre a comer, tengo media hora para adecentar esto. Lo siento, de verdad." "No pasa nada, preciosa, otro día nos lo tomamos con más calma" "(¿Preciosa? ¿Otro día? ¿Quién coño eres? ¿Cómo te llamas? ¿Dónde te he encontrado? ¿Por qué te he traído a mi casa el primer día?) Sí, otro día, pero ahora tienes que salir pitando" "¿No me puedo duchar?" "No, lo siento, quedan veinte minutos" "¡Vale, vale, ¡qué carácter! ¡Me encantas!" Y ya desde la puerta: "¿Ha estado bien, no? Yo lo he pasado genial, ¿y tú?" "(¡Lo sabía!) Sí ha estado guay" Le cierra la puerta en las narices. Suena un móvil. "¡Sí!... Hola mamá... No, hoy no voy a comer me acabo de levantar y tengo la casa hecha un desastre... Sí, guárdame un poco de paella, mañana me paso."

viernes, 3 de septiembre de 2010

EL SÍNDROME DE ESCARLATA





















Ésta ha sido la semana de la procrastinación. No porque haya procrastinado más de lo habitual, sino que, por fin, he descubierto que lo que a mí me pasa tiene nombre, y, además, le pasa a mucha gente. Está tipificado, clasificado, estructurado... Pero yo prefiero llamarlo "Síndrome de Escarlata", es más mono, y me encanta Escarlata y Mami y los vestidos, los miriñaques, las mansiones... y su máxima: "ya pensaré en ello mañana".
Pues eso, que me ha tranquilizado porque no soy un bicho raro (por esto en concreto), pero ahora ando buscando trucos para superarlo, y no me resulta tan fácil encontrarlos. Lo que sí he visto es el tipo de Escarlata que soy: procrastinadora perfeccionista. Parece ser que algunas personas perfeccionistas, ante la posibilidad de no alcanzar ésa perfección, demoran y demoran las tareas. Esa soy yo. Todo o nada. Y así me va, que no encuentro la cartilla del Banco, el calendario de vacunaciones de la niña, o el GPS del coche, que se ha escondido en mi casa (o bien me lo han robado, que todo es posible).
Supongo que podría hacer una lista (me encantan las listas, sobre todo las de la compra, ésas que me dejo en casa cuando voy a Mercadona), e intentar darle un orden de prioridad, pero es que el cerro de papeles que tengo pendiente de revisar, me da miedo. ¿Cuánto tiempo hay que guardar los recibos? Y, sobre todo... ¿para qué?, si no compruebo los importes ni si coinciden con los cargos.... Necesito un Asistente Personal, pero no tendría dinero para pagarle, porque con mi carácter no creo que pudiera aguantarme más de una semana.
De momento, voy a localizar la reserva de los libros de mi hija, que todavía no me han llamado y el cole está al caer. Y lo demás... "ya pensaré en ello mañana. Al fin y al cabo, mañana será otro día"