domingo, 30 de octubre de 2011

MI PEQUEÑO TEUTÓN













Mi hermana se enamoró de un alemán y se fue a vivir allí a los pocos meses. Yo creo que en venganza por ese idioma imposible, les puso a sus hijos nombres impronunciables para ellos. La erre en alemán es gutural si va a principio de sílaba, y alarga la vocal si va al final... sin hablar de la cu (q). Así que mis sobrinos se llaman Caaaalota y Enguiqve: un cuadro.
Quique es un atleta nato. Tiene una complexión alucinante y es duro como una piedra. Pero es demasiado noble para el tipo de competición que se lleva ahora.
Juega en un equipo infantil, en el que se supone que los niños tienen que divertirse y empezar a manejar los valores que el deporte inoculará en sus venas y no les abandonarán nunca: compartir, madrugar por mucho que cueste, esforzarse para conseguir lo que quieres, el trabajo en equipo...
Pues bien, Quique tiene por entrenador un tarado que creo que duerme con la foto de Mourinho en la mesilla, porque su única meta es ganar, que no está mal. Pero cuando juegas con un equipo infantil y el resultado es 20-0, creo que te puedes permitir hacer jugar a todos tus niños en algún momento del partido y no frustrar a los menos competitivos haciéndoles pasar horas y horas en el banquillo.
Yo odio el fútbol en general, y a los talibanes del fútbol en particular. Odio a la gente que odia a los niños. Odio a la gente que les corta las alas... Vale, odio igual es un poco fuerte, pero no les puedo soportar. Frustar a un niño debería estar castigado con escarnio público, pero como de momento eso no es así, voy a confiar en que el karma ponga a ese cretino en su sitio y se vea rechazado por todas las tías a las que les entre de aquí a la eternidad (que creo que es su deporte favorito, después de martirizar niños).
Entre tanto, espero que Enguiqve se cambie de equipo y encuentre uno en el que los niños sean niños que jueguen a aprender estrategia, a hacer magia con el balón, en el que tomen pizza después de los partidos, en el que los padres puedan ser amigos y organicen barbacoas... en fin, un equipo de niños, aunque sea en la minibundesliga.

El pavo de la derecha es el elemento que intenta convertir a estos angelitos de diez años en prepotentes insoportables como Cristiano Ronaldo. Esperemos que su carrera sea corta e intrascendente.

domingo, 16 de octubre de 2011

DOMINGO PEREZOSO
















Estoy desnuda frente al espejo echándome la bronca: ¡Porelamordediosana! ¿Cuándo te vas a poner en serio a quitarte el chaquetón de grasa ése que llevas puesto? ¿No te querías quitar la pastillita? ¡Deja ya de poner excusas! ¡No puedes comprar trufas por si vienen tus amigas, porque tus amigas saben que en casa se debe comer apio y manzanas!
De fondo suena Marino Marini cantando Marina. No me he vuelto loca. Debo escribir algo que tiene que ver con Italia... ya contaré más cosas. A la música se une el pitido de la lavadora que me anuncia que ha terminado y cuando me venga bien puedo ponerme a tender los 7 kilos de ropa de todos los colores posibles (¡bendito sea el antitransferente!). En mi cabeza resuenan las notas de los cantos africanos de "El Rey León", mientras pienso en cómo escribir una crítica sin ningún dato de la producción ni el reparto. Además tengo pendientes los ejercicios de suelo pélvico de hoy y el post para Laura sobre mi rehabilitación, que está siendo sorprendentemente agradable. Mañana debo finalizar ¡POR FIN! la edición de la Maldita Vida Rural que ha sido un enorme grano en el culo durante los últimos meses. Luego me sentaré a realizar dos horas de la bonita Mañana de la 1, me pillará la cocina y me pondré a salivar sobre la mesa de control bailando, eso sí, las cortinillas de promociones en una coreografía sencilla a la par que elegante que nos hace más llevadera tanta desgracia de la que hablamos. Por la tarde tendré una reunión en la ONCE para hablar de la gala del sorteo del once del once del once (¿QUE TODAVÍA NO LLEVÁIS BOLETOS? yo sí, y si me toca, la gala se va a negro, desde aquí os lo digo). Después iré a revisar la integración de Zubiri con Nino Bravo. Mi hija todavía no lo sabe. A ver si cuando le cuente que mañana, además de ir sola al cole, irá a casa de los abuelos al salir a esperar a que vaya a recogerla me sigue diciendo que soy la mejor madre del mundo. Hoy me lo ha dicho varias veces y después me ha preguntado si quería una infusión... yo me la estoy tomando, pero es para sospechar. Supongo que será porque quiere ir a clases de paddle y le he dicho que vale, pero que me va a firma un contrato comprometiéndose a terminar lo que empieza no como el judo, adjedrez, gimnasia deportiva, danza... que es especialista en picotear en todo y no terminar nada ¡señor, cómo me recuerda a su santa madre!
Total, que si alguien se preguntaba si había muerto, que sepa que no, que yo sigo aquí, esperándote, y que tu dulce boca ruede por mi piel, como decía Paulina, esa gran amiga de doña Stoliskaya.
Menos mal que existe la paella de los domingos de mamá, que es un gran misterio, porque odia el arroz y cocinar y le salen unas paellas impresionantes. Mi familia es bastante rara. Seguramente en un ratito reciba una llamada de mi padre que se ha hecho íntimo amigo de unos turcos encantadores que tienen un kebab cerca de mi casa, y se pasa por ahí de vuelta de sus paseos, aunque no me vea a mí.
Os dejo con la imagen que quiero recuperar... ¡bueno, vale, me conformo un una talla más de talle!