domingo, 31 de octubre de 2010

ENTRE BURBUJAS, CHULETONES Y PASEOS





Hoy hemos tenido día de chicas total. Balneario en la sierra madrileña. Una pasada. ¡Qué pena que estuviera lloviendo! Hemos sido cocidas y ultracongeladas alternativamente a lo largo de hora y media larga, para terminar en una sala de relax llena de cotorras y mantras tecno. Nada de esto ha impedido que la pequeña Marta se quedara frita como una patatita. Marta no tiene ni un gramo de grasa en el cuerpo, y lo del frío le viene como mal. Yo, sin embargo, llevo mi manta de foquita natural y me protege bastante.
Lo de tener un balneario a menos de una hora de casa está muy bien. Bueno, menos de una hora para la gente normal, a mí me lleva siempre un poco más, porque yo no entiendo muy bien las señales, ni los mapas, ni los itinerarios de Google maps. Yo tenía un Tom-Tom y lo perdí, o me lo robaron, no sé muy bien, pero el caso es que me pasaba el día discutiendo con la señora y desde que no lo tengo soy feliz, y me pierdo lo mismo. Laura ha dimitido del puesto de copiloto en cuanto ha podido, porque no entiende que me ponga supertensa cuando me pierdo, sobre todo si voy tarde.
Como hemos salido con dos horas, hemos llegado a tiempo, y el sitio era maravilloso, pero estaba cayendo la mundial, y nosotras sin paraguas o similar, Mada con sus patitas de pollo. Mada es una estupenda copiloto porque no se altera y sabe leer los mapas. Yo, a parte de no saber leer los mapas y no tener conciencia de dónde está el sur, ni de dónde vengo, tengo tendencia a seguir y seguir, como si fuera a llegar por arte de magia a mi destino.
Los balnearios tienen un problema, y es que están llenos de parejas y algunas dan asquito. Nos hemos encontrado a un par que se metían juntos en la ducha del circuito ¡por Dios! Y no eran quinceañeros, pasaban de largo los treinta, y se morreaban en los chorros, ¡qué ganas de vomitar! Alguien debería aclararles que lo del fin de semana romántico se refiere a lo que se puede hacer al terminar los tratamientos en lo que vienen a ser las habitaciones. Además eran feísimos los dos. Como diría mi hermana Alicia "así no se estropean dos parejas".
A parte de estas pequeñas cosas, lo demás ha sido un éxito. Hemos salido muy relajadas y con un hambre atroz, así que hemos buscado el sitio más cercano para tomar una carnaza y nos hemos puesto hasta las trancas. Martita, que está en los huesos, se ha apretado unas migas y un chuletón a cámara lenta, que me ha dejado ojiplática. Mada, sin embargo, que tambien es XS, come como un pajarito, y eso ya no me da tanto coraje. Laura y yo una cosa media, pero claro, con estas sesiones lo de adelgazar, como que se me va a demorar un poco, así que al final tendré que acabar yendo al endocrino quiera o no, porque si no es bajo presión yo no funciono muy bien.
Después de un paseo pasado por agua disfrutando de los colores del otoño (no sé por qué la gente habla tanto de la primavera, los colores del otoño son infinitamente mejores y a Laura le gusta más) hemos vuelto a Madrid, depositado a Madapatasdepollo en su esquina, y las niñas han bailado como locas en mi salón, que se baila igual que en el Fabuloso pero sin humo ni modernos.
En fin, un día guay. Qué pena que nos hayamos perdido Regreso al Futuro, y que la hermana travero de Michael J. Fox haya muerto en 2005. ¡Tías, otro finde hay que ir a pernoctar, o sea!

domingo, 24 de octubre de 2010

BUSCO SUSTITUTA




"Busco madre buena que no se enfade por casi nada y que siempre esté de buen humor.
Interesadas llamen al 6......."



Yo no estoy preparada para esto. Yo quería tener un bebé, niña, a ser posible, para limpiarle la caquita, ponerle moñetes, cantar cancioncillas infantiles, leerle cuentos poniendo voces... En fin, lo que viene a ser cuidar de una niña. Yo no estoy preparada para pelearme con una leona como yo, que empieza con las movidas adolescentes a los 10 años.
Cuando yo tenía 10 años me habían puesto es culo como una berenjena docenas de veces. Eso sí, siempre por la misma razón, por no comer, fíjate lo que son las cosas. Ahora, cada vez que le levanto la voz porque me saca de quicio, me amenaza con denunciarme al Defensor del Menor, ¡cuánto daño ha hecho la pedagogía a la educación!
En fin, que esta semana está cumpliendo su primer castigo gordo en diez años, que ya está bien. Y se lo ha tomado fatal, porque ayer la pillé escribiendo la nota que veis ahí arriba, mientras le planchaba el pelo (que no es que la tenga encerrada en un sótano lúgubre). El castigo consiste en quedarse sin paga y una semana sin tele, que es un castigo para ambas, porque yo tampoco la pongo, así que estamos haciendo labores del hogar, hablando sin parar y mejorando nuestra relación. Pero, claro, yo tenía pensado ir al cine, cenar por ahí e ir de compras, y me he quedado encerrada por su culpa. Y es que, castigar es muy duro, porque si es un castigo para ambas, ¿dónde está la gracia?
Total, que espero que encuentre sustituta pronto y se vaya con ella, si es que consigue imprimir y colgar los carteles.


jueves, 21 de octubre de 2010

DIVINOS
















Cuando la gente te pregunta dónde trabajas y dices que en la tele, la primera reacción suele ser: ¡qué guay, lo pasaréis genial! Y la verdad es que no nos podemos quejar. Cuando algún presentador lloriquea porque hace calor con los focos, siempre les digo que pueden ir a asfaltar carreteras, que es bastante agradable.
Lo bueno de hacer programas es que empiezan y terminan, y cada cierto tiempo cambias de rollo y es como si cambiaras de trabajo.
Lo malo es que cada vez que termina un trabajo tienes que despedirte de gente, y las despedidas no molan. Sobre todo si la gente te gusta.
Ahora, de repente, sin saber cómo, nos bajan del Olimpo, donde había rayos y truenos, y gritos y risas, y fotos y broches, y tartas y ensaimadas, y mails y remails, y muñecos y sobaos, y patakys y madrugones... justo ahora que nos empezábamos a querer de verdad.
Lo malo, es que nos separamos a menudo.
Lo bueno es que, cuando menos te lo esperas, nos volvemos a encontrar.
Nos vemos en los bares. Sois DIVINOS.

miércoles, 20 de octubre de 2010

DRIVING MISS KATIA













Cuando los horarios de trabajo se alborotan, todos (los que podemos), acudimos sin cesar a "Abuelos sin Fronteras". Eso reduce la relación con mi hija a pelea del desayuno y pelea de la vuelta a casa. Mi favorita es la vuelta a casa, porque lo de la mañana es más monotemático: "¿Te has vestido ya?" pregunto mientras revoloteo por la casa intentando adecentarme para salir a la vez. "Sí". Sé que es mentira, pero hago que la creo. Dos minutos después asomo por sorpresa el cabezón en su habitación y le doy un susto de muerte. Lo de la tele en su habitación tiene su lado bueno y uno muy malo. Lo bueno es que cuando entro a darle los buenos días abre los ojos como platos inmediatamente y no tengo que hacerle el camino de hormigas por la espalda (esta performance tiene capítulo aparte), lo malo es que se queda enganchada, como me cuenta mi madre que me quedaba yo con la familia Telerín. O sea, que es genético y lo tengo crudo. Pero, a trancas y barrancas (¡cómo odio a Pablo Motos!), consigo llevarla a tiempo al cole. Y cuando no llego, la soborno con cromos de Patito Feo para que vaya sola sin rechistar.
La vuelta es peor. Porque ha tenido toda la tarde para rumiar su discurso. Espero que se haga notas, porque si no, da miedo.

Ejempo 1:
"¿Mañana vienes a traerme los patines para la clase?" "No puedo cariño, voy al fisio, que tengo dos contracturas en los trapecios, que me están matando" Os preguntaréis si es cierto que digo trapecios y no paletillas, como las ha llamado mi madre toda la vida. Pues sí, suelo ser precisa. Sobre todo porque una vez que me tomé licencias hubo un pequeño conflicto al respecto ("Mamá, Emma dice que el chimichurri se llama pepe". "En realidad se llama pubis, pero en cada casa se le pone un nombre"). "¡Eres una egoista! ¡Prefieres ir al fisio que traer los patines a tu hija para que se rompa la espalda subiendo tanto peso por la escalera!" Cuando empieza a desbarrar suelo callarme para no decir barbaridades, y eso es lo único que le saca de quicio, de momento. "¿Ah, no dices nada, no contestas? Pues muy bien, tú sigue callada bla bla bla bla..." "No sé qué quieres que te diga, me parece increíble que digas que soy una egoísta cuando organizo toda mi vida a tu alrededor" "¿Ah, sí? ¡A ver!, ¿qué has hecho por mí esta semana? ¡Ah, sí, perdona, que me has dado de comer, pero eso es tu obligación, no haber pedido mi custodia!" (os juro por mi vida que esto es textual). Y claro, imaginad la escena: yo conduciendo, ella justo detrás mirando displicente por la ventanilla, yo aguantando la risa y pensando que lo único que me falta es la gorra de plato.

Ejemplo 2 (dos días después):
"¿A qué hora sales mañana?" "Katia, te he dicho que tengo grabación, de tres a diez. Pero se ha caído una entrevista y puede que salga a las ocho" "¡Pero bueno, ¿esa gente no sabe que tienes una hija que criar, y que además estás divorciada?"

Vosotros me diréis, si no se prepara estos discursos es para asustarse, pero de verdad. Katia, cariño, hoy te voy a buscar.

jueves, 14 de octubre de 2010

PASA LA VIDA...











Y yo preocupada por mi propia mismidad. Y siento la presión. Porque sé que muchos amigos han hecho parte de su rutina reírse un poco conmigo, o de mí, que tampoco me importa. Pero estoy sumida en mi propia hipocondría y no hago otra cosa más que tomarme la tensión y tener todos los síntomas posibles que circulan por Internet asociados a la hipertensión. Por ejemplo, todo el sábado me estuvo doliendo el riñón derecho, porque he leído que los riñones se pueden deteriorar debido a una hipertensión prolongada. Eso sí, con la tontería, he dejado de beber y comer dulces (no es que yo bebiera mucho, pero añoro la cerveza). Lo de andar todavía no lo he empezado en serio, pero he vuelto a nadar cuan feliz ballenita por los mares del sur (si es que nadan por los mares del sur, que lo ignoro por completo).
Así que mientras yo me ocupo de estas chorradas de las que hago un macrocosmos, la vida sigue pasando, y han sacado a esos pobres mineros que estaban a un huevo de distancia bajo tierra, que sólo leerlo me da un agobio que me muero. Y dicen que no estaban mal, que al fin y al cabo, estaban en un sitio seguro y amplio. ¿A qué le llamaran amplio? No me puedo imaginar 33 tíos rudos juntos día y noche durante 67 días... ¿Dónde hacían sus cosas? ¿A qué olía ahí abajo? Y luego está la subida, en un tubo de 53 centímetros de diámetro. Vamos, que yo no habría podido salir, me habrían dejado un mes más hasta que cupiera por el hueco. Eso sí que es motivación para hacer dieta. Pero lo peor es lo que se les viene ahora encima, que les regalan de todo y les invitan a todas partes, que como se descuiden van a perder la cabeza y acabarán de contertulios en el Sálvame o en La Noria, ese nuevo espacio político al que van los ministros y la oposición a ser entrevistados.
Bueno, y más cosas, el Desfile, que este año ha rebajado el presupuesto. Lo sé, porque han pasado poquísimos aviones por encima de mi casa dando el coñazo la víspera del evento (y porque lo he oído, no os voy a engañar); la gente gritando al Presidente; la cara de la reina, como de "¡Ay, Juanito, que nos tenemos que volver a mudar!"; Revilla largando en la radio los cotilleos del evento como cualquier reportero de programa de corazón...
Bueno, que ya pasó, me reseteo y me concentro en ponerme megamaciza, a ver si me sale un novio.



miércoles, 6 de octubre de 2010

ESTOY HIPERTENSA











¿Os he comentado que me voy a morir?... Sí, ya lo sé, como todos, pero yo antes. Está cayendo gente a mi alrededor de infarto, algunos más jóvenes, y yo acabo de descubrir que tengo la tensión por las nubes, y no sé bien por qué, aunque la sanidad pública sí lo sabe: estoy gorda. Cuando estás gorda, no te pasa nada más. "Mire doctor, me duele el cuello". "Claro, señora, es que está usted gorda". "Bueno, la cabeza no me pesa mucho, a lo mejor es otra cosa". "Doctor, me duele el oído". "Claro, le sobra mucho peso". Total, que hasta que no pases por el Endocrino, que es el único que realmente te tiene que decir que estás como un tanque, no puedes ir a ningún otro especialista porque pasará de tu enorme culo, por difícil que te parezca.
El domingo se me ocurrió la tontería de tomarme la tensión en casa de mi madre. 13/10. Y como justo el viernes me había enterado de una muerte prematura, me empezó a dar el yuyu. Así que el lunes después de currar voy a la médico de empresa, pensando que habría sido una medida tonta. 16/10. Me tumba en una camilla, me da una pastilla y se pone supertrágica diciendo que es peligrosísimo y que hasta que no me baje no me puedo ir. Media hora mirando al techo sin nadie con quien hablar es una tortura para mí. Una hora y pico después me fui a casa sin haber conseguido bajarla más que a 15,5/9,5. ¡Y ve urgentemente a tu médico para que te vigile!
Yo no conozco a mi médico de cabecera, porque no suelo estar enferma y cuando estoy acatarrada tomo infusiones con miel y paracetamol. Y sigo sin conocerla. Sí, es ella. Lo sé porque leí la pegatina de la tarjeta. Pero no le vi cara, porque después de contarle todo a la enfermera, me tomó la tensión, 13/10 otra vez, y parece que no es muy grave, porque me ha dado cita (la enfermera) para volver a tomarme la tensión una semana después.
Una de las dos doctoras está equivocada, pero ¿cuál? ¿debo preocuparme, o no? ¿un control de la tensión después de un episodio de hipertensión consiste en una toma semanal?
La gente a la que no le gusta la gente no debe dedicarse a la medicina. Con esta atención primaria sólo consiguen que se colapsen las urgencias, que es lo que me han recomendado todos mis amigos, hartos de ver cómo saco el tensiómetro de muñeca y me lo coloco cada media hora en medio de una locura de grabación. Me consta que debe haber médicos excelentes, de hecho, me encantaría vivir en Santiago para que me atendiera Juan Ramón, que a parte de tener pinta de ser un pedazo de pan, es guapísimo y te dan ganas de estar continuamente enferma para que te ausculte. "Me duele aquí, doctor. ¿Cree que me moriré?"

domingo, 3 de octubre de 2010

COME, REZA... Y ECHA ALGÚN POLVO












Agradable sorpresa. Esperaba que fuera un tostón insoportable, y sin embargo me ha provocado sensaciones agradables. Tengo la teoría de que la satisfacción que te produce una película es inversamente proporcional a las expectativas previas.
No es que tenga nada sorprendente, desde que empieza sabes que habrá un Hollywood ending, y como el marketing es un horror, tienes demasiados datos y sabes quién será el afortunado que se lleve a Julia al huerto. Pero el destino no es siempre lo más interesante. A veces es mejor el propio viaje. Y el viaje de Julia Roberts hacia sí misma pasa por lugares comunes. Y hablo de lugares físicos. El rollo del dolor por las rupturas, afortunadamente, lo tengo muy olvidado. Su paso por Roma me ha traído olores, sabores, plazas, fuentes. A los españoles no nos van a descubrir que comer es más que comer. Igual a algún sueco le viene bien, pero nosotros sabemos mucho de comidas de diez platos, sobremesa y siesta. La parte de la India me la imagino. Por la gente que ha ido y me lo ha contado, por otras pelis, por mi incursión en el yoga... Y de Bali me acordaba perfectamente, y mira que han pasado veinte años, pero esos atardeceres no se olvidan fácilmente. En Kuta pasé uno de los mejores veranos del mundo mundial. El hotel en el que estuve era como el de la Roberts. Te duchabas viendo las estrellas sobre tu cabeza por la noche, porque el baño estaba en el jardín-recibidor-salón y no tenía paredes hasta el techo. Justamente la temporada previa a ése verano había trabajado con Javier Bardem. Él empezaba, tenía veinte añitos recién cumplidos, y era un tío superdulce detrás de esa apariencia de camionero yugoslavo, que daba unos abrazazos de los que no te daban ganas de salir nunca. Y en esta película, no sé si por la otra película que me monto yo en mi propia cabeza, su expresión es la de entonces, la de un buen tío capaz de emocionarse y llorar sin perder la hombría. Lo que no entiendo mucho es por qué se empeñan en darle eye-liner en los ojos. Ya sabemos que los tiene un poco saltones, pero con el lápiz sólo consiguen ojos saltones con raya negra.
Julia está estupenda, y mira que no es santo de mi devoción, pero o se lo ha pasado en grande conociendo gente, o es una maravillosa actriz. Todavía no lo he decidido.
Lo que falta es un poco de sexo. Por favor, un tío que no ha follado en 10 años y un pibón con 6 meses de abstinencia y no nos dejan ver ni una semitransparencia... ¡estos americanos!

sábado, 2 de octubre de 2010

WOODY, CARIÑO... RELAJA EL RITMO















No sé ni por qué lo intento. Nunca me han gustado dos películas consecutivas de Woody Allen. Me tocaba saltarme ésta y me he metido de cabeza en la boca del lobo, y ¡a la hora de la siesta!, que todavía no sé cómo he conseguido aguantar hasta el final. "Mientras la cosa funcione" me gustó. Sí, lo reconozco, en contra de la opinión de alguno de estos fanáticos del cine que sólo ven pelis en las que se corre, se dispara y se mata, y si es todo a la vez, mejor. Me gustó, entre otras cosas, que tomase la sabia decisión de sustituirse como actor por un... ¿actor? (podía haber mejorado la elección, pero el personaje le iba como anillo al dedo al insoportable Larry David, que debería limitarse a escribir). Me encantó el proceso de mimetización que sufría su pupila... Me reí, eso para mí es un buen síntoma.
Hoy no me he reído, ni un poco. Formalmente, no hay nada que decir. Tiene oficio, no lo vamos a negar, estaría cojonudo que después de 50 años dirigiendo, y con la productividad que tiene, tuviéramos que ponerle alguna pega. Pero la historia es una memez de tamaño sideral, los actores... no tengo palabras. Me resulta muy difícil decidir cuál de ellos es peor. Creo que es la primera vez en mi vida que me parece horroroso Anthony Hopkins. Pero claro, aparece Josh Brolin, con esa cabeza para tres cuerpos como el suyo, y hace buena actriz a la taza que se estrella contra la pared. ¡Dios, qué suplicio!
Woody, cariño, mira que me hace mucha gracia esa querencia repentina que te ha dado por nuestro país, y que metas actores españoles en todas tus películas. Es muy tierno que descubras Oviedo en una entrega de premios y hagas un publirreportaje de la ciudad, que espero le haya pagado el colegio a todos tus chiquillos, porque si no, no hay explicación posible. Pero, ¿de verdad crees que es absolutamente necesario hacer una peli al año, tengas algo que contar o no? Digo yo, que después de todos estos años, habrás hecho una pequeña hucha y no necesitas cine alimenticio. ¿O es que ya se te ha nublado el juicio? ¿O has hecho una apuesta? ¿O una promesa a algún santo judío?
Mira, lo que puedes hacer, si es que ya has cogido un ritmo y no lo puedes dejar (a ver si vamos ahora a joder todos estos años de terapia, que no quisiera yo), es escribir igual esos guiones, y en vez de perpetrarlos, le das el libreto a Soon Yi para que pinte por detrás.
Y ahora, tú me dirás qué hago con la próxima que ya debes estar terminando, porque me tocaba que me gustara pero lo de hoy sí que me va a costar terapia a mí.