Desde luego no a los guionistas de la gala. ¡Por Dios! ¡Qué ladrillazo insoportable! Vayamos por partes.
Que la mayoría de la gente crea que lo que dicen los actores en las películas sale de sus propias cabezas, pase. Pero que no lo sepan en la meca del cine... ¡Craso error elegir una pareja de actores! ¡Crasísimo error que él fuera James Franco! Para superar lo falto que parece, debería estar el triple de bueno. Ella (que me pareció soberbia en 2009 con mi adorado Hugh Jackman) habría estado muy bien como pareja de apoyo de algún presentador/cómico/showman. Porque, no lo olvidemos, la Gala de los Oscar es un programa de televisión, que ya tiene suficientes condicionantes como para fallar en la elección de presentadores. El mundo entero espera ser sorprendido, y este año ha sido predecible, aburrido, anodino, plano, largo, tedioso... Que uno de los mejores momentos fuera protagonizado por un Kirk Douglas que con 94 castañas y varias enfermedades a cuestas diera mil vueltas al chico que se corta un brazo en una montaña, tiene narices. A poco más que hubiera podido vocalizar, habría sido el anfitrión perfecto, tirándole los tejos a una jovencita que podría ser su bisnieta... ¡genio y figura!
Cero números visuales, a parte de la milagrosa aparición de un Bob Hope proyectado en una pantalla transparente y una gran orquesta navegando mientras interpretaba un increíble mash up de grandes temazos de la historia del cine.
Y así llegamos a las canciones y la banda sonora. ¿La Red Social? ¿En serio? Sin comentarios.
Y las canciones, más anodinas no podían ser y encima las ponen todas agrupaditas en dos bloques absolutamente soporíferos. Menos mal que yo, en realidad, estaba liada cosiendo un biés plateado para la capa de maga de circo de mi hija, que si no hubiera tenido misión alguna me habría ido a la cama en el minuto uno de partido.
Cuando parecía que la cosa no podía ir peor, aparece la intensa de Celine Dion cantando a los muertos (entre los que no aparece Berlanga) y acelero el hilvanado porque me estoy poniendo de los nervios.
Ahora un breve comentario de la retransmisión de Canal +: a la altura del evento impresentable. Siñeriz ha perdido the touch, sin duda. Acompañada por un Pepe Colubi, más interesado en twitter que en la propia retransmisión, y Juan Zavala, que fue el único que puso algo de cordura y hablaba de cosas que podían interesar a los freaks de los Oscar que aguantaran despiertos semejante tortura. Y una pregunta: ¿por qué era imposible ver la gala limpia? Entre tantos canales, ¿no podrían haber emitido la Gala tal cual, sin las interrupciones absurdas y vacías de contenido del plató?
Breve mención a la alfombra roja. ¿Mandan a Cristina Teva a matarse a codazos con todos, para ofrecer tres entrevistas? Y la aportación de Guillermo Mulder, ¿quitarle el micro a Cristina para dárselo a la pobre Pilar Bardem, que está elegante hasta con una cacatúa en el hombro? Primero consigue que no se oigan las preguntas de la presentadora, y luego proporcionarle una pinta infame a Pilar, que hasta Javier se dio cuenta y se lo quitó enseguida, como buenísimo hijo que es...
¡Ay madre! Anda que si no tengo que acabar la capa, a buenas horas estoy yo tragándome todos esos despropósitos.
A las 5:30 a.m., justo cuando Javier perdía su Oscar, di por finalizada la jornada de costurera. Y menos mal, porque he leído que me perdí un "Somewhere over the rainbow" interpretado por un coro de niños neoyorkinos que me habría puesto los pelos como escarpias. Vamos, ¡para haberme suicidado en grupo yo sola! ¿Se puede ser más ñoño?
Igualito que esto...
(Pulsa y babea)