sábado, 19 de febrero de 2011

MUJERCITAS













Mi amiga Raquel, que no es un callo malayo, tiene una buenísima costumbre. De vez en cuando organiza unas cenas en su casa, sólo para chicas, que siempre se convierten en largas sesiones de risoterapia. Yo tengo por costumbre perderme al ir a su casa. Bueno, en realidad, tengo por costumbre perderme siempre, pero ayer me relajó bastante comprobar que no soy la única que ignora por completo dónde demonios está su calle, porque pregunté a un tipo a dos manzanas de su casa y me dijo (léase con acento madrileño radical): "¡Qué va, no está por aquí, porque yo vivo aquí mismo y no me suena de nada!". ¡Tócate los pies! Al final voy a tener que desistir de mi empeño en intentar moverme por mi cuenta y comprar otro GPS, aunque tenga que volver a discutir con la señora que viene dentro.
Total, que las cenas de Raquel están alcanzando un nivel culinario importante, porque todo el mundo descubre recetas nuevas y se emplea a fondo. Y, por si faltaba algo, llega Marta y lo riega todo con Moët Chandon, Chus hace un postre que te mueres y rematamos con profiteroles cubiertos de chocolate caliente. Vamos, que voy a tener que estar una semana a sopa de lombarda para bajar todo eso. ¡Con lo contenta que yo estaba después de haberme podido abrochar uno de los dos mil pantalones que tengo en lista de espera para ir bajando de nuevo la cuesta del peso que he bajado tantas veces! Gracias a eso no me puse cerda del todo, porque apenas podía respirar, que si llego a ir con leggins, vamos, las patatas de May desaparecen del tirón.
Lo mejor de esas noches de chicas es que no paramos de reírnos desde los preparativos en la cocina, por allí desfilan suegras, cuñadas, vecinas pesadas, maridos, otras madres, hijos respondones, nosotras mismas, las niñas que fuimos... acabamos con una autofoto, generalmente de Marta, que siempre dice que salimos "divinas, como somos", nos despedimos con besos y abrazos y yo... me vuelvo a perder.
Chicas, todavía me duelen los abdominales. ¡Ahora que lo pienso, al final, con tanto reírnos, hemos hecho ejercicio!

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