sábado, 30 de diciembre de 2017

UN AÑO EN UN POST





Se puede resumir un año en un post? Y en una palabra: caca, guay, genial, supercalifragilísticoespialidoso!
Yo voy a usar más. Por qué? Es necesario? En absoluto. Lo hago porque quiero y, sobre todo, porque el año que entra rima con chocho.
Yo tenía disciplina, alegría de vivir y una hija bastante pequeña y personaja que alimentaba este blog. La niña creció y me prohibió escribir sobre "su vida" obviando que es parte de la mía. Yo perdí un poco la alegría, en parte por la situación general, pero sobre todo porque la mediocridad y el buenismo se está apoderando de todo como una enorme mancha de grasa de coche, y se te quitan las ganas hasta de respirar a veces. Pero he decidido, que este periodo absurdo se acaba aquí (claro como todos los años, diréis, no sin razón), a ver si soy capaz de dejaros con los ojos como platos.
A ver, 2017... El año de Cataluña? El año de Trump? El año de Despacito?... pues a cada uno lo suyo, supongo. Para mí ha sido el año de vacaciones de madre, bastante desaprovechadas, por cierto. Sabéis eso de los propósitos de año nuevo, vacaciones etc? Voy a leer, voy a caminar, voy a, voy a, voy a? Y luego vuelves a repetir las intenciones el próximo año, las próximas vacaciones...? Pues eso. Ni he leído más, ni he hecho más deporte, ni he llenado la casa de novios, como le decía cuando era pequeña y se iba en verano y me preguntaba: y cuando vuelva dónde duermo yo? La pobre debía pensar que saldrían manos y piernas de hombres por las ventanas, nada más lejos de la realidad.
Pues este año, lo mismo. He hecho lo mismo que si hubiera estado, salvo discutir en directo. Por skype es fracamente mucho más cómodo. Os imagináis cómo sería apagar adolescentes con una tecla? O ellos a nosotras, que no digo yo que esto no sea recíproco.
En 2017 hice una gala en Sevilla, que sólo estar en Sevilla le quita un poco de tra a trabajar. Y gran parte he estado investigando a los Gutiérrez Caba, los Alba y los Escolar. Gracias a esto he viajado por España y he llegado a Marruecos. Y el resultado lo estrené en pantalla grande, que para mucha gente es una tontada, pero para alguien que hace televisión que se ve hasta en siete pulgadas de un móvil grande, es todo un acontecimiento.
Mi hija volvió , nos hemos tenido que reacoplar, porque yo en mi espíritu expansivo había conquistado la casa entera. Ella se ha tenido que volver a adaptar al sistema educativo español, que le parece un horror comparado con el mundo multicolor de La, La, Land en el que pasó su último curso.
Y aquí estamos, esperando al año nuevo en Alemania, ese país donde es de noche a las cuatro y media y nadie pasea por pasear...
Y diréis: Qué haces escribiendo, alma de cántaro? La gente ya no lee, la gente mira fotos en Instagram, ve videos en YouTube... Dios, los youtubers!!!! Esa nueva especie de la que ya existe una segunda generación de pequeños niños Truman, que creen que lo normal es abrir los ojos y decirle buenos días a una cámara.
Digamos que me gustan los raritos.
Así que raritos míos, espero que en 2017 no hayáis perdido cosas importantes, y que en 2018 conservéis las esenciales. Yo he perdido algunos amigos por razones bastante absurdas, la verdad, Pero creo que si un amigo se va por tonterías, no sería tan amigo. Intentemos no perder los papeles en nochevieja, para empezar dignamente un año con muy mala rima.
GUTEN RUTSCH!!!

jueves, 30 de marzo de 2017

Taramundi: pinchazo, nieve y bomba de agua









Finalizando marzo emprendemos rumbo a Asturias, patria querida. Ya han dicho todos los hombres y mujeres del tiempo que va a caer una pelona importante, así que vamos preparadas (casi todas). Cristina ha decidido que lo mejor para ir a la nieve es un abrigo de lana con manga a medio antebrazo.
Nos vamos a colar en el rodaje de "Bajo la piel del lobo" para un proyecto que tenemos entre manos. La cosa empieza bien. Nos ponen una conductora que creíamos que era nueva, pero no, era nueva con nosotras, y no creo que lo olvide en muchos años.
Empezamos viaje... Ah! No! Que ha llamado Isabel, que ha pinchado viniendo y le están cambiando la rueda, que no tarda nada... Silencio... miradas sospechosas... Nos vamos a ir a la nieve sin rueda de repuesto? Claro que no, la arreglamos a mitad de camino, porque las leyes de Murphy son indefectibles, y no mola quedarse sin rueda a saber dónde y en qué condiciones.
Y menos mal, porque ya en plena noche empezó a nevar en plan salvaje contra el parabrisas, y fue el único momento de silencio en el coche. Enseguida entramos en el Principado y, claro, había que cantar el himno, qué menos, eso y otros temas del folclore popular.
Y finalmente, allí estaba la señal "Taramundi", que tiene nombre un poco de aldea gala de Astérix. Y el hotel en lo alto de una cuesta acojonante, como para volver borracho, vamos.
La llave de la habitación son dos: una para la puerta de la habitación y otra para la de recepción, porque a las doce se cierra, estés tú o no en casa... Total, que soltamos las bolsas y bajamos la cuesta, prácticamente rodando, para buscar un sitio para picar algo. Miércoles, 22:40 de la noche... ni un alma. Hay una lucecita en un bar, entramos y allí está Jesús, el dueño de nuestro hotel, tomando algo, y Marcos, el dueño del restaurante, recogiendo para cerrar. "Podemos comer algo?" "Pues hemos cerrado la cocina, pero os puedo preparar una tabla de embutidos!" Nos viene fenomenal, embutido, pan de pueblo, cerveza 1906, la reserva de Estrella de Galicia (no es la 1925, pero está muy requetebién), todo muy dietético. Nos quedamos solas, y Marcos pensando: Voy a acostarme, que estas mujeres querrán irse... Pagamos. Os subo al hotel? No, gracias, así bajamos la cena. Que la cuesta es muy grande y a mí no me importa, de verdad! Total que nos sube en la pick-up y deja el bar abierto... Los ojos como platos. Cierro? digo yo, madrileña total. No hace falta, aquí nos conocemos todos... Eso quiere decir que muy pronto todos nos conocerán!
Al día siguiente, después de cumplir con nuestro cometido, decidimos ir a conocer Ribadeo, que Marisol, nuestra productora, que es hija adoptiva de la zona, se pone muy pesada con lo bonito que es todo (y lo es, la verdad). Llevamos diez minutos de camino cuando Isabel frena en seco. El motor está a 130 º... Silencio sepulcral. El puñetero coche ha decidido amargarnos el viaje. Todos los teléfonos en marcha: concesionarios, talleres, horarios, seguro... El motor vuelve a 90º y decidimos volver a Taramundi, de donde nunca debimos salir, para llamar una grúa. Pero no llegamos, estuvimos a punto, no creáis, pero no. Íbamos leyendo los pueblos, como hacían en nuestros tiempos los niños pequeños para entretenerse en los viajes. Ahora no, ahora va cada uno enfrascado en su ipad y no saben ni por donde pasan. Y claro, de tanto leer a la ida y a la vuelta, no teníamos muy claro en qué punto se volvió a calentar el motor. Ojo, se calienta otra vez! Stop. Carretera sin arcén. Atardeciendo. Lluvia torrencial. Sólo un chaleco de emergencia. Isabel sale escopetada sin abrigo ni chaqueta ni paraguas ni nada que la proteja. No me lo puedo creer, no me lo puedo creer... Habíamos visto una patrulla de la Guardia Civil en la última rotonda, y decido llamar, porque estamos entre dos curvas y empieza a oscurecer. 112 Emergencias. Hola, nos hemos quedado tiradas porque el motor se ha calentado... Está ardiendo?... No... Están heridas?... No, pero podemos llegar a estarlo si nos embisten... No necesitan bomberos?... Hombreee, un buen bombero nunca está de más, pero no lo necesitamos ahora mismo... Le paso con la Guardia Civil... Dónde están ustedes?... Pues entre Aguillón y Bres, camino de Taramundi... No se preocupen, mandamos una patrulla.
Así que ahí estamos, en pleno monte, esperando una grúa, un taxi y una patrulla de la Guardia Civil.
25 minutos después, cuando ya hemos acabado con todo el repertorio de bailes regionales y Marisol ha puesto en marcha a todas sus primas buscando taller (con la que está cayendo), seguimos esperando una grúa, un taxi y una patrulla de la Guardia Civil.
Suena el teléfono. Pone Guardia Civil, ya me han fichado! Sí? ... Señora, dónde están ustedes? que hay un patrulla buscándolas y no las encuentra?... Pues entre Aguillón y Bres... Cristina, busca la localización exacta!... Vale, te la mando al teléfono,.. Al teléfono no que estoy hablando... JAJAJAJAJA... No te rías, que se van a creer que es una broma...
Total, que entre las subidas y bajadas, estábamos entre Taramundi y Aguillón, así que la patrulla llegaba a Aguillón y se daba la vuelta. Tres veces. Aguillón-Vegadeo. Si tenéis interés lo buscáis en Google maps.
Al final llegan la grúa y la Guardia Civil como si estuvieran coordinados. Del taxi no hay noticias a día de hoy, creo que nos sigue buscando, porque los guardias dijeron: En cuanto llegue la grúa las subimos a Taramundi, y el taxi que se busque la vida! Y así hicieron. Llegamos al hotel en un todoterreno de la benemérita, Isabel se fue a Lugo con su coche, y no sabemos si se lo han traído ya a Madrid, porque tuvimos que volver en uno alquilado. Y el pueblo entero nos saludaba al pasar. Menos mal que lo de las navajas lo dejamos para el último día, porque aquéllo pudo acabar en masacre. ¡Viva el vino!





(Cristina y su increíble estilismo para la nieve)

lunes, 6 de febrero de 2017

21 días siendo Samanta Villar



Se ha montado estos días un lío tremendo desde que Samanta Villar, en su línea de hacer que parezca extraordinaria cualquier tontería que hace, dijera en una entrevista que tener hijos es perder calidad de vida. Teniendo en cuenta sus circunstancias, es normal que la gente haya flipado en colores. No porque su comentario epatante les haya escandalizado, sino porque comparada con personas reales, que viven en el mundo real, como Alba Barón, debería hacerse la zarigüeya y procurar no llamar mucho la atención.
Como Alba hay muchas. Mi prima Charica, sin ir más lejos. Tuvo a Mario hace 17 años. Mario nació con problemas debido a un error médico. Ahora es un tío como un castillo, que no puede andar ni hablar, aunque adora la música y tiene un sentido del humor acojonante. Chari le ha dado masajes y le ha hecho ejercicios de rehabilitación desde el día que nació, con una disciplina y una fortaleza, que no tenemos ninguno más en la familia. Y la queja más fuerte que le he oído es: estoy un poco cansá (es murcianica).
El problema de vivir por y para la tele, es que mides tus experiencias y emociones en términos de formato, audiencias y titulares. Debe ser agotador.
Y ahora, centrándonos simplemente en la experiencia de ser madre y tener hijos sanos como pepones (parafraseando a Alba Barón), yo te pregunto, querida Samanta: ¿No tenías amigas con hijos? ¿Ninguna de ellas te ha contado la verdad? ¿O dejaste de salir y hablar con ellas el día que parieron? Eso es muy de las amigas sin hijos, cambiar de círculo cuando las demás empiezan a parir, porque no es su opción y no les interesa indagar en los problemas que esos seres pringosos les causan. Ninguna de ellas te habría engañado, alma de cántaro, habrías sabido, sin necesidad de inseminarte, que tu vida se interrumpe, con suerte, tres años. Que ya no vuelves a dormir igual. Que los compañeros de trabajo te miran mal porque a veces tienes que llevar a los niños a urgencias a mitad de jornada. Que tu vida laboral se congela, porque ya no estás absolutamente disponible. Que algunas lorzas no llegan a desaparecer nunca (bueno, eso no todas, lo reconozco, no le voy a cargar a mi hija mis lorzas propias). En fin, querida Samanta, cuando no vives por, para y a través de la televisión, tienes problemas de verdad que no siempre se solucionan con un giro de guión.
Si quieres un consejo para recuperar tu vida, aquí lo tienes, gratis: DIVÓRCIATE. Volverás a ser tú, en el peor de los casos, en fines de semana alternos, en el mejor, la mitad de tu tiempo. Así podrás volver a ser una actriz porno, fumar porros, ser fonambulista, cajera de supermercado, pescatera en La Boquería... eso sí, sólo 21 días, más ¿para qué?.
Yo, Samanta, a tu libro no le veo mucha salida, la verdad. Las madres ya lo sabemos, y las que no lo son harán oídos sordos, igual que tú hasta que decidiste hacer un programa sobre ser madre, y te diste cuenta de que te va a durar más de 21 días.