jueves, 14 de octubre de 2010

PASA LA VIDA...











Y yo preocupada por mi propia mismidad. Y siento la presión. Porque sé que muchos amigos han hecho parte de su rutina reírse un poco conmigo, o de mí, que tampoco me importa. Pero estoy sumida en mi propia hipocondría y no hago otra cosa más que tomarme la tensión y tener todos los síntomas posibles que circulan por Internet asociados a la hipertensión. Por ejemplo, todo el sábado me estuvo doliendo el riñón derecho, porque he leído que los riñones se pueden deteriorar debido a una hipertensión prolongada. Eso sí, con la tontería, he dejado de beber y comer dulces (no es que yo bebiera mucho, pero añoro la cerveza). Lo de andar todavía no lo he empezado en serio, pero he vuelto a nadar cuan feliz ballenita por los mares del sur (si es que nadan por los mares del sur, que lo ignoro por completo).
Así que mientras yo me ocupo de estas chorradas de las que hago un macrocosmos, la vida sigue pasando, y han sacado a esos pobres mineros que estaban a un huevo de distancia bajo tierra, que sólo leerlo me da un agobio que me muero. Y dicen que no estaban mal, que al fin y al cabo, estaban en un sitio seguro y amplio. ¿A qué le llamaran amplio? No me puedo imaginar 33 tíos rudos juntos día y noche durante 67 días... ¿Dónde hacían sus cosas? ¿A qué olía ahí abajo? Y luego está la subida, en un tubo de 53 centímetros de diámetro. Vamos, que yo no habría podido salir, me habrían dejado un mes más hasta que cupiera por el hueco. Eso sí que es motivación para hacer dieta. Pero lo peor es lo que se les viene ahora encima, que les regalan de todo y les invitan a todas partes, que como se descuiden van a perder la cabeza y acabarán de contertulios en el Sálvame o en La Noria, ese nuevo espacio político al que van los ministros y la oposición a ser entrevistados.
Bueno, y más cosas, el Desfile, que este año ha rebajado el presupuesto. Lo sé, porque han pasado poquísimos aviones por encima de mi casa dando el coñazo la víspera del evento (y porque lo he oído, no os voy a engañar); la gente gritando al Presidente; la cara de la reina, como de "¡Ay, Juanito, que nos tenemos que volver a mudar!"; Revilla largando en la radio los cotilleos del evento como cualquier reportero de programa de corazón...
Bueno, que ya pasó, me reseteo y me concentro en ponerme megamaciza, a ver si me sale un novio.



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