jueves, 22 de septiembre de 2011

LAS NIÑAS CRECEN




Y los problemas también.
Mi hija es más bien colérica. Como yo. Ambas tenemos un pronto difícil de llevar. Pero somos como la gaseosa. Se abre el tapón, pega un petardazo... y ya! Al minuto estamos estupendamente y somos una compañía entretenidísima. Las personas que nos quieren bien saben que sólo tienen que apartarse un poco en esos momentos y ya.
Este domingo es el undécimo aniversario de mi parto, y como ya lo he contado, no me voy a repetir (si alguien tiene interés en conocer mi intimidades pulse AQUÍ). Este año estamos entre el pavo, la adolescencia y la tontería pura y dura, y hemos decidio celebrarlo sólo con una amiga a la que el año pasado no hablábamos. Ya se lo dije el otro día: "Cariño, a ver si me das un libro de instrucciones, porque no puede ser que un día se queden tus amigas a dormir y al día siguiente no nos saludemos por la calle".
Ahora mismo estamos en la fase te llamo por teléfono mientras chateamos y redecoramos nuestras vidas en Stardoll. ¡Gracias a dios existe la tarifa plana! O, todavía mejor: "Mamá, ¿puede venir Carmen a casa?. Mamá, ¿me dejas tu ordenador para que nos conectemos las dos a Stardoll a la vez?... Yo no estoy preparada para esto. Yo quería un bebé, que le limpias el culo, te sonríe de oreja a oreja y jamás discute contigo, sobre todo porque carece de capacidad verbal alguna.
Bueno, pues el caso es que este año habíamos hablado de dividir el fin de semana con su padre, para que pudiera celebrarlo, pero el día que pensaba dormir en su casa, parece que no puede ser. Y ha agarrado un cabreo de tía, tía... y yo ya estoy hasta mis huevos intrauterinos de echar capotes, así que... que cada palo aguante su vela.
¡Ay, señor, que pereza me da todo a veces!

2 comentarios:

  1. Hoy va de comentario largo (o con historia) para ver si logro hacerte sonreír. Ya me dirás (O nó) Un día cogí en su despacho a un entrañable camarada de armas de cura confesor, (siendo capitanes ambos)y lo estaba castigando con un monólogo continuado acerca de los problemas que enfrentaba con mi por entonces segunda mujer.
    El pobre Enrique soportaba estoicamente mis comentarios porque, como gran amigo que era, me permitía realizar mi catarsis.
    De pronto sonó el teléfono. Naturalmente yo lo escuchaba solamente a él. "¿Si Lilian? (su esposa y mi prima segunda)No Lilian. . .Si Lilian. . . No Lilian. . .Bien Lilian" Colgó el teléfono y me dijo: "Fredi, ¡te cambio los problemas!"
    Tengo una hija de trece recién cumplidos y todo lo que cuentas me suena tan conocido que, si me prometes tomarlo con humor: ¡Te cambio la hija un par de días!
    Un afectuoso abrazo.

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  2. No es buena idea intercambiar hijos, al final todos tienen lo suyo y los propios nos son familiares... Salud!

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