domingo, 15 de abril de 2012

RECUPERAR LA ALEGRÍA


Mis fans me acusan de dejada. Si hablaran de la plancha pendiente les daría totalmente la razón. El caso es que, como a todos, me han robado la alegría de vivir. Lo sé, no porque haya dejado de reír bien alto, sé que tengo responsabilidad terapéutica sobre los que me rodean y me ocupo con sumo cuidado de recargarles las pilas cada poco, sino porque  me siento incapaz de escribir con cierto humor de las cosas que nos pasan.
Y ¿sabéis qué?, ¡se acabó! ¡hasta aquí podíamos llegar! ¡no se lo consiento!
Vale que nos hayan metido en un hoyo entre unos y otros del que no saben cómo sacarnos. Vale que, después de pagar nuestros impuestos religiosamente, ahora les perdonen los pecados a los descreídos que no pagan y nos restriegan por las narices sus coches de lujo, sus bolsos de marca y sus casas de ensueño. Vale que digan que buscan nuestro bien, estrangulándonos lentamente. Pero no podemos consentir que  nos impidan reírnos de nuestras desgracias. ¡A dios -si existiera- pongo por testigo, que no me convertirán en una amargada, que no me robarán el optimismo, que no me harán creer que esto no tiene solución, que no les libraré de la culpa de llevarnos al abismo!
Así que, manos a la obra. Recordemos momentos de máxima alegría. 
Uno de los míos (vamos a obviar esas cosas transcendentes de los hijos, ¡oh, qué maravilla el milagro de la vida!, la primera vez que la tuve en mis brazos...) fue una vez que cayó enoooorme tormenta de verano, estaba con "mi novio al que nunca debí dejar" (una maravillosa persona que una vez estuvo en mi vida y de quien sólo tengo buenos recuerdos). Me puse un bikini, salí al jardín y me puse a gritar como una loca de pura felicidad. Y para sentirme así solo necesité lluvia.
Militemos en la alegría permanente. Y que eso no nos impida decirles a la cara que son unos pésimos empleados, que han mandado a la mierda un sistema que nos llevó décadas construir, y que, después de la que han liado, no han tenido la decencia de bajarse a sí mismos los sueldos para "arrimar el hombro" como nos piden a los míseros ciudadanos.
Salgamos a la calle cada semana para decirles que lo que hacen no nos gusta, por muy necesario que lo consideren, que tiene que haber otra forma. Seguro que hay alguien listo entre nosotros que sabe cuál es el camino. ¡Manifiéstate, por dios, antes de que acaben con todo!
¡A LAS BARRICADAS... DE LA ALEGRÍA!!!!

2 comentarios:

  1. Si no queremos reventar de impotencia tenemos que actuar. Y la opción que propones tiene que estar sosteniendo nuestras protestas y denuncias: optimismo, alegría, creer que hay otra forma! No podemos tirar la toalla. Me gusta tu forma de regresar. Gracias por los ratos de disfrute y humor que siempre nos regalas. Un incondicional.

    ResponderEliminar
  2. Estos comentarios exageradíííísimos que siempre me ponéis, son los que me remuerden la conciencia cuando estoy perra y no escribo. Gracias a ti por leer y escribir. Kss

    ResponderEliminar