A lo mejor me he precipitado un poco despidiéndome. A fecha de hoy, y a la hora que es, he intentado encajar todo mi equipaje en las maletas que traje (qué bonito pareado), y claro, es pura física. Si cuando vine ya estaban petadas, y me he vuelto loca en las rebajas... pues eso, que tengo la habitación llena de ovillos enooooormes que no sé dónde meter. Es que ahora me ha dado por tejer una lana de bolitas, y como ya sabéis de mi compulsión por el coleccionismo, no me ha bastado con comprar un color, o una de colorines, muy bonita, por cierto, no. He comprado 8 ovillos a 200 gramos, llevo kilo y medio largo de lana tejida, sin tejer y a medio tejer. Y como estos alemanes, además de sosos, son un coñazo en lo que a seguridad se refiere, no sé cómo me irá en el aeropuerto mañana, no sé qué facturar. Porque cosas que a nosotros nos parecen inofensivas para ellos son armas de destrucción masiva, como mi lima de uñas. No, no os riáis, a mi me encanta tangarles con eso. Viajo con una lima de uñas de vidrio, que no detectan los rayos x y si se la clavas a un tío bien clavada le dejas perplejo y en el sitio. No voy a escribirlo muy alto, a ver si mañana me toca el listo del grupo y me jode viva.
Total, que después de una jornada de piscina estupenda, absolutamente relajada, he empaquetado (¡el día antes, empiezo a cumplir mis propósitos de año nuevo!). Eso de bañarte en la calle, por la noche (a las cinco y media ya es de noche) con la nariz completamente congelada, es revitalizante. Claro que mi hija considera que no hace nada de frío y se tira desde el borde, que se te pone la carne de gallina solo de verla: ¡niña, como te pongas mala no te llevo al médico!. ¡Mejor! Fin de la conversación.
Pues eso, que vuelvo, que esto es guay, pero para un rato. Yo soy demasiado escandalosa para esta gente, y es un sinvivir estar pendiente de no hablar alto a las 9 que ya están todos medio muertos. Si todo va bien, prometo contar el control de equipajes, porque la cara que van a poner cuando vean la maleta llena de ovillos de bolas, va a ser guay (es que aquí, además, te pasan el equipaje completo por los rayos antes de facturar, así que, ya veremos...)
A mí es que los alemanes me encantan, les he cogido cariño hasta a sus rarezas (que no son tales porque ellos a nosotros nos ven raros pero simpáticos.)
ResponderEliminarBuen viaje y feliz regreso.
Ya no pasan la maleta por los rayos antes de facturarla, maja. Que estás muy atrasada... :-)
ResponderEliminarBesos y más besos. Y un día te cuent0o la historia de una máquina de rayos y un consolador, porque fue la bomba.
Dani