Una de las cosas que más atómica me ponen en el mundo es hacer el equipaje de vuelta de vacaciones y comprobar que no he utilizado la mitad de las cosas que me llevé. Este año he mejorado bastante. Por ejemplo, desistí de entrada de llevarme los patines, porque con la temperatura que hace de día en la costa murciana, es imposible patinar sin deshidratarse y me niego a madrugar en vacaciones. Yo soy búho, no alondra. Me cuesta la vida arrancar por las mañanas. En fin, que este año sólo tengo una pequeña peguita, y es que no he utilizado ni el 10% de las bragas que he llevado. No es que haya ido a un pueblo nudista, ya quisiera yo, pero me temo que esto no será posible hasta que mi hija se independice. ¿Por qué a todas las niñas les da por taparse justo cuando no tienen nada que tapar? Es que, teniendo la playa a tiro de piedra, te pasas el día entre el bañador y la nada (en casa, por supuesto, ante los gritos de mi padre y mi hija, que no sé por qué se molestan si saben que cuanto más gritan más ganas me dan de ir desnuda). La vuelta de vacaciones, además de la tortura de volver a utilizar el despertador (maldito aparato inventado sólo para amargarme la existencia) significa la vuelta a las bragas y los zapatos. ¡Los odio! Y eso que todavía no han llegado los calcetines, ni los jerseys ni... ¡Uy, ya me empieza a picar todo! De momento seguiré practicando el nudismo en casa, mientras las temperaturas lo permitan, poniendo especial cuidado en la cocina, que es zona altamente peligrosa. Mientras la niña esté con su santo padre, soy liiiibreeeeeeeeee!
Tu vida podrás calificarla como quieras. Todo menos aburrida. ¡Disfruta de la libertad!
ResponderEliminarEs verdad... con el gusto que da ir en bolas en verano por dios!!!
ResponderEliminarEres guapo, Javier
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