sábado, 2 de octubre de 2010

WOODY, CARIÑO... RELAJA EL RITMO















No sé ni por qué lo intento. Nunca me han gustado dos películas consecutivas de Woody Allen. Me tocaba saltarme ésta y me he metido de cabeza en la boca del lobo, y ¡a la hora de la siesta!, que todavía no sé cómo he conseguido aguantar hasta el final. "Mientras la cosa funcione" me gustó. Sí, lo reconozco, en contra de la opinión de alguno de estos fanáticos del cine que sólo ven pelis en las que se corre, se dispara y se mata, y si es todo a la vez, mejor. Me gustó, entre otras cosas, que tomase la sabia decisión de sustituirse como actor por un... ¿actor? (podía haber mejorado la elección, pero el personaje le iba como anillo al dedo al insoportable Larry David, que debería limitarse a escribir). Me encantó el proceso de mimetización que sufría su pupila... Me reí, eso para mí es un buen síntoma.
Hoy no me he reído, ni un poco. Formalmente, no hay nada que decir. Tiene oficio, no lo vamos a negar, estaría cojonudo que después de 50 años dirigiendo, y con la productividad que tiene, tuviéramos que ponerle alguna pega. Pero la historia es una memez de tamaño sideral, los actores... no tengo palabras. Me resulta muy difícil decidir cuál de ellos es peor. Creo que es la primera vez en mi vida que me parece horroroso Anthony Hopkins. Pero claro, aparece Josh Brolin, con esa cabeza para tres cuerpos como el suyo, y hace buena actriz a la taza que se estrella contra la pared. ¡Dios, qué suplicio!
Woody, cariño, mira que me hace mucha gracia esa querencia repentina que te ha dado por nuestro país, y que metas actores españoles en todas tus películas. Es muy tierno que descubras Oviedo en una entrega de premios y hagas un publirreportaje de la ciudad, que espero le haya pagado el colegio a todos tus chiquillos, porque si no, no hay explicación posible. Pero, ¿de verdad crees que es absolutamente necesario hacer una peli al año, tengas algo que contar o no? Digo yo, que después de todos estos años, habrás hecho una pequeña hucha y no necesitas cine alimenticio. ¿O es que ya se te ha nublado el juicio? ¿O has hecho una apuesta? ¿O una promesa a algún santo judío?
Mira, lo que puedes hacer, si es que ya has cogido un ritmo y no lo puedes dejar (a ver si vamos ahora a joder todos estos años de terapia, que no quisiera yo), es escribir igual esos guiones, y en vez de perpetrarlos, le das el libreto a Soon Yi para que pinte por detrás.
Y ahora, tú me dirás qué hago con la próxima que ya debes estar terminando, porque me tocaba que me gustara pero lo de hoy sí que me va a costar terapia a mí.

3 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo,my dear,mira que me lo advertiste y casi muero atragantada en ese Londres viejuno ¿por qué Antonio Banderas? ¿Por qué la ópera? ¿Por qué tan poco humor y tanta pijería? ¿Por qué sufre siempre Naomi Watts? ¿Cómo has podido hacernos esto,Woody?

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  2. Creo, desde mi punto de vista, que no viste la película con los ojos que tocaba. Allen no quiso hacer una comedia, sino una tragedia desde su misantropía. La frase de Shakespeare que abre la película es la que nos da la pista de lo que vamos a ver. Supongo que el hecho de que la historia sea contada por un narrador externo, nos evita coger cariño a ningún personaje.

    En definitiva, si vas al cine con la intención de reirte, lo más normal es que salgas decepcionado. en cambio, si la ves como un drama, descubrirás que como dice "la vida es un montón de ruido, para acabar siendo nada".

    Lamento que no te gustara. Un fuerte abrazo

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