viernes, 11 de marzo de 2011

BAJO TIERRA












Estimados señores del PP:
Debajo de sus pies, además de ratas, hay ciudadanos. Les distinguirán porque caminan sobre sus patitas traseras. Erguidos. Algunos, duchados. Y por mucho que quieran dejar de pensar en ellos, no pueden evitarlo, porque cada cuatro años les votan. Yo sigo sin entenderlo, pero es así. Les votan. El metro es un universo paralelo al suyo. El espacio que ustedes disfrutan en sus coches oficiales, bajo tierra es compartido por 6 ó 7 personas en las horas punta. Si la señora Botella fuera en metro a la peluquería, llegaría a su despacho como recién levantada. Porque no importa cuánto intentes adecentarte por las mañanas, después de ser vapuleada durante un mínimo de media hora, llegas arrugada, sudorosa, despeinada y mareada, porque intentas leer para huir a mundos maravillosos que te eleven por encima de los vagones abarrotados.
A mí me parece bien que odien compartir espacio con la humanidad, pero sean un poco sinceros y admítanlo, como mi amigo Dani: ¡Antes muerto que en metro! Pero igual eso no queda muy bien en campaña. Queda mucho mejor hacerse el listo y poner a parir al adversario como si supiéramos de lo que estamos hablando. ¿No, señor Consejero? ¿Qué pensó cuando algún colega le enseñó un metrobus, o todavía no ha habido militante con cojones para sacarle de su error? Porque ese es uno de los problemas de la gente autoritaria con malos modales, nadie se atreve a enmendar su plana, y la van cagando sistemáticamente como elefantes en cacharrerías.
No voy a ser como usted. Yo, a trabajar, normalmente, voy en coche. Porque las familias monoparentales tenemos graves problemas de logística y tenemos que estar preparados en todo momento para salir pitando en caso de emergencia. Pero al centro nunca llevo el coche. Y sé lo que es el metro. Y el metrobus. Y que por adelantarles el precio de 10 billetes me ahorro una mierda desde hace dos años. Y que, a veces, soy la única persona caucásica del vagón, porque como hacen una política medioambiental de risa, la gente no tiene conciencia de que esto va a petar en cualquier momento.
En fin, señor mío, como la ignorancia es atrevida, la próxima vez que vaya a rebuznar, se lo piensa un momentito, y luego decide. A veces, el silencio es gloria bendita.

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