miércoles, 16 de marzo de 2011

¿Y SI FUERA YO?















¿Y si hubiera temblado Madrid? ¿Y si se me hubiera caído el techo encima? ¿Y si le hubiera caído a mi hija? Sólo la casualidad ha hecho que nazca on the sunny side of the street. Sólo la casualidad hace que cada mañana ocurra el milagro del agua caliente. Y de tanto ocurrir ese milagro, no le damos importancia y nos quedamos debajo del chorro como si fuera interminable, como si el gas fuera a durar siempre, como si... Puede parecer que Japón está lejos, pero compartimos el aire. El planeta entero comparte el aire... y los recursos... y la vida. Y las cosas tienen fin. Y hasta que no aprendamos a ser responsables, esto no va a cambiar. Que tengamos cosas no quiere decir que haya que agotarlas. No es necesario ir en pelotas en invierno. No es normal tener la casa a 30º en invierno y a 17º en verano. No hay por qué hacer que sea día la noche. Tenemos que volver a acompasarnos con la naturaleza, encajar nuestros biorritmos con los del sol, disfrutar con las pequeñas cosas. Esas cosas que les han sido arrebatadas de un plumazo. Los recuerdos de toda una vida. Yo suelo apegarme mucho a las cosas, y estos días, viendo las terribles imágenes de personas saliendo de debajo de los escombros, caminando sin rumbo fijo, huyendo de la muerte segura hacia la muerte probable, me he intentado poner en sus zapatos. ¿Que sentiría sin nada? No puedo imaginármelo. Sólo siento una profunda tristeza, y miedo. No me parece que Japón esté tan lejos. No me parece que esto nos sea ajeno. Podríamos ser nosotros. Podría ser yo la que deambulara sin rumbo, sin compañía, sin nada.

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