¡Qué desagradable es que te espachurren las tetas entre dos superficies heladas! ¿De verdad no hay otra forma de hacerlo? Seguro que si se tratase de pitografrías, habrían inventado algo más placentero.
Cuando se va acercando la fecha ya empiezas a tener síntomas fantasmas de cualquier barbaridad. Y luego, esos sitios... por monos que intenten que sean. Siempre es un sótano, me imagino que mejor mantener las radiaciones enterradas, pero, ¡madre mía!, esos pasillos tan largos, ese olor a líquido de revelado (que ya va desapareciendo, porque ahora son digitales), esos sonidos electrónicos, esas paredes tan blancas, esa luz... En cuanto empiezas a bajar las escaleras se te acelera el corazón y parece que estuvieras en "Identity" tum-túm tum-túm... Y hasta que no sales de allí con el informe, o alguien te dice: "Todo normal, guárdala bien para el año que viene", no sueltas todo el aire que llevabas conteniendo sabe Dios desde cuándo.
Claro, que si la misma mañana tienes programada una eco vaginal, la cosa se anima un poco. Pero sólo voy por la mitad de la gymkana, me falta un análisis y que me corten un trozo de entrañas.
¡Cómo odio las revisiones!
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