El otro día, estando en la playa, empecé a caminar hacia la otra punta del pueblo. De punta a punta debe haber unos tres kilómetros, y justo allí, al final de mi camino, hay un centro comercial y unos multicines... ¡difícil decisión! Debí haberme comprado aunque fuera un par de calcetines, pero en vez de eso, entré en una sala. Y como este año me había reconciliado con el cine español con Celda 211, pues me fié, y, claro, Tensión sexual no resuelta no era una opción, así que vi a Eduardo Noriega a tamaño natural en el cartel, y me dije a mí misma, en mi linea: "Por lo menos está como un queso, y, con un poco de suerte, hace un desnudo integral". Pues no. Bueno sí, está como un queso, pero de desnudo integral nada de nada. Parece que intentaba desnudar su alma, pero sin mucho éxito la verdad. Y como no era suficiente un intento de asesinato en un garaje y un intento de suicidio en una casa, aparece la intensa de Belén Rueda que no hace más que sufrir y sufrir continuamente, que yo creo que le han inyectado el bótox ya con ese gesto de dolor y no se lo quita ni para ir al super. Total, que gracias a Dios existen los actores de reparto... Claro que el primer nombre que aparece en la pantalla, ya te daba una pista: "Un film de Alejandro Amenábar", que hace falta ser prepotente para ponerse por delante de todos, por el mero hecho de haber puesto la pasta. No recuerdo yo quién abría Tesis, pero seguro que no fue José Luis Cuerda, que es un señor.
Creo que todavía no os he dicho que lo que vi se llama El mal ajeno, y gracias a esta peli me he vuelto a enfadar con el cine español.
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